Causas de las Heridas Emocionales y su sanación
Las heridas emocionales son marcas profundas en nuestro psiquismo o traumas psicológicos que se producen como resultado de experiencias dolorosas o negativas en nuestra vida. Estas heridas pueden ser causadas por diversos eventos, como abuso emocional o físico, negligencia, pérdidas significativas, traumas, rechazo, humillación, relaciones tóxicas o cualquier experiencia que haya generado un fuerte impacto emocional negativo.
Este tipo de heridas pueden manifestarse de diferentes maneras y afectar diversos aspectos de la vida de una persona. Pueden generar una sensación de dolor profundo, tristeza, ira, miedo, baja autoestima, ansiedad, depresión, dificultades en las relaciones interpersonales, como así también comportamientos autodestructivos como alcoholismo, drogadicción, sexo desordenado, perversiones, actividades delictivas de todo tipo, prostitución, entre otros tantos síntomas
Las heridas emocionales producen un gran dolor y sus consecuencias provocan que la persona cierre su corazón y, con ello, su apertura al mundo. Inconscientemente se deja invadir por todos los miedos experimentados en la vivencia de dicha situación. Esto provoca que, de manera generalizada, el potencial real de la persona desaparezca.
Las personas experimentan heridas emocionales como resultado de la caída y el pecado en el mundo, así como de las experiencias dolorosas en la vida.
Estas heridas emocionales a menudo se manifiestan a través de problemas emocionales, psicológicos y espirituales, como la ansiedad, la depresión, la ira y la falta de satisfacción en las relaciones. También estas heridas pueden tener profundas raíces en el corazón y el alma de una persona, y que la verdadera sanación y transformación ocurren cuando se exploran y se abordan estas heridas a un nivel más profundo.
La fe cristiana y las relaciones significativas pueden ser medios para la sanación y la restauración emocional. Dios puede utilizar nuestras heridas para nuestro crecimiento espiritual y para llevarnos hacia una relación más profunda con Él.
¿Cuáles son las 7 heridas de la infancia?
Las vivencias dolorosas que pasan durante la niñez pueden quedar como recuerdos borrosos en la memoria. Esto quiere decir que, aunque nuestros hábitos y patrones de conducta tóxicos en la adultez estén relacionados con estas experiencias, nos cuesta trabajo reconocerlas.
1.- Inseguridad y desconfianza
La manera más común de huella dolorosa es el maltrato basado en agresiones físicas o verbales. Los individuos que han sufrido golpes o insultos en la infancia o adolescencia suelen ser inseguras de mayores. Esto no quiere decir que sean tímidas, sino que un simple gesto con la mano puede incomodarlas y hacer que se pongan a la defensiva. Además, son personas que desconfían de ellas y otras personas, aunque no lo demuestren siempre con hostilidad sino, en ciertos momentos, de forma reservada.
2.- La herida de abandono
Los pequeños que sufren falta de atención y cuidados pueden desarrollar graves alteraciones en la edad adulta, especialmente si sus cuidadores primarios no se los proporcionan. El abandono en la niñez está relacionado con serios problemas afectivos y relacionales en la etapa adulta, así como disfunciones sexuales.
No obstante, si el aislamiento se genera de forma más moderada, sus consecuencias en la edad adulta pueden observarse en forma de limitaciones sociales y ansiedad al momento de relacionarse. Esto se verá con mayor intensidad a la hora de entablar trato con desconocidos o de hablar para un público grande.
3.- Heridas de la infancia: miedo al compromiso
Cuando de niños establecimos vínculos afectivos fuertes que después se truncaron de manera repentina puede provocar que tengamos miedo a crear lazos amorosos. El fuerte dolor que produce recordar el sentir afecto por alguien es el mecanismo psicológico que se activa al pasar mucho tiempo con esa persona y perder la relación. Por ello, no solo se reviven las experiencias agradables, sino que constantemente se recuerda la ruptura de ese vínculo.
4.- Miedo al rechazo
La falta de cuidado, los maltratos o el acoso escolar pueden provocar que nos sintamos excluidos de los círculos sociales. Además, las experiencias de rechazo vividas desde etapas en las que no sabemos reconocer que no es nuestra culpa hace que no aceptemos un trato digno en la etapa adulta. Sentir constantemente miedo al rechazo hace que ni siquiera nos expongamos a recibir las valoraciones de los demás y estamos más tiempo a solas.
5.- Desprecio a los demás
Las heridas de la infancia pueden hacer que adoptemos conductas antisociales a nuestra forma de comportarnos. Como se tiene la sensación de que los demás han sido unos depredadores cuando éramos vulnerables, incorporamos a nuestra forma de pensar la idea de que la vida es una guerra abierta contra los otros. Así, los demás se convierten en amenazas o posibles medios de alcanzar los objetivos que se buscan.
6.- Dependencia emocional
La sobreprotección por parte de los cuidadores primarios en la infancia hace que nos acostumbremos a tener todo lo que queremos y que, en la vida adulta, vivamos frustrados. Así, para salir de este estado eterno de insatisfacción, buscamos una nueva figura protectora en vez de luchar por nuestra autonomía e independencia. Es un tipo de comportamiento común de las personas que han sido acostumbradas a mostrarse caprichosas y a exigir cosas de los demás.
7.- La injusticia
La injusticia como herida de la infancia se crea en un ambiente en el que los tutores principales son fríos y autoritarios. Los niños que se crían con demasiada exigencia puede que desarrollen sentimientos de ineficacia y de inutilidad, en sus primeros años y como adultos.
Realmente, un hogar y una educación autoritaria afecta en el desarrollo psicológico y emocional, y en el rendimiento de los pequeños. Cuando no recibimos apoyo y nuestros derechos son controlados o cuando no tenemos una cercanía afectiva significativa, aparecen sin duda graves heridas psicológicas.
Ahora que ya reconocimos las diferentes heridas de la infancia, es momento de hacerlas conscientes en nuestro día a día y empezar a sanarlas.
Cómo actúa una persona herida emocionalmente
Para saber si alguien tiene heridas emocionales del pasado basta con fijarse en los siguientes cuatro aspectos de su conducta:
- Reacciona con miedo, huida, evitación, agresividado cualquier otra conducta negativa de manera repetida ante ciertas situaciones. En caso afirmativo, dicha reacción seguramente sea la respuesta defensiva que provoca nuestro inconsciente como respuesta a una herida emocional interna con el objetivo de no volver a sufrir lo vivido.
- Le cuesta reaccionar de manera alegre, fluida y espontánea: las heridas emocionales no te permiten actuar tal como lo harías si no tuvieras miedo o la sensación de que te tienes que defender de algo.
- Experimenta síntomas físicos: las heridas emocionales producen, angustia, contracción corporal, sudoración, temblor, paralización, tartamudeo, etc.
- Rumiación mental negativa: un patrón de pensamientos repetitivos y persistentes sobre eventos o situaciones negativas del pasado o preocupaciones futuras. Es un proceso en el que la mente se queda atrapada en un ciclo de pensamientos negativos, sin poder encontrar una solución o una forma de avanzar.
Qué debo hacer para sanar heridas emocionales
Viendo hasta qué punto duelen y condicionan las heridas emocionales, es muy importante saber cómo sanarlas. A continuación, te traemos ejercicios y técnicas para sanar el alma, aunque la sanación definitiva es un proceso de varias fases, todas necesarias para curar las heridas emocionales.
Uno de los fenómenos menos entendidos con respecto a los problemas y conflictos del ser humano es que no se tiene en cuenta la raíz espiritual de los mismos. Todas las emociones negativas emergen como respuesta a situaciones externas de conflicto por como evaluamos la situación en nuestros pensamientos. La mayoría de situaciones de conflicto estan relacionadas al pecado de una u otra forma y quien está detrás de esto es el enemigo de nuestras almas, pues él y sus esbirrios solo viven para inducirnos a hacer el mal. Entoces recibimos el mal que le fue inducido al otro y sufrimos por lo que nos hicieron o nosotros somos inducidos a hacer el mal a nuestro prójimo y el otro sufre por nuestro pecado.
La Biblia nos insta a orar por nuestros enemigos y cuando nos hacen el mal debemos ofrecer la otra mejilla. Pero nadie puede hacer esto en la carne. La potestad de Satanás esta en la carne, todo lo relacionado a nuestros sentidos (lo que veo, lo que oigo, lo que gusto, lo que siento, lo que toco) Pero si respondemos desde el Espíritu el malestar del conflicto no nos puede tocar, el maligno se queda con las ganas de hacernos sufrir. Si atendemos y fortalecemos nuestra vida espiritual apartándonos del pecado creamos la fortaleza necesaria para enfrentar toda situación negativa con una sonrisa.
Realizar ejercicios de auto-conocimiento-en-Cristo
Realizar ejercicios para sanar heridas emocionales enfocados en el auto-conocimiento de lo que Cristo hizo por ti en la cruz, sanando tus heridas y declarando que porque el Espíritu Santo había llegado a tu vida y naciste de nuevo (Juan 3:8) todo el pasado con todas aquellas experiencias dolorosas han quedado bajo las aguas baptismales y que ahora eres un nueva criatura (2Cor 5:17). Esto es una excelente forma de producir un cambio en tus pensamientos, emociones, fortalezas y áreas de crecimiento. También puedes realizar prácticas respiratorias y de relajación con Oraciones Guiadas[1] que permitan conectarte con Dios que te dará su paz “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da” Juan 14:27.
Tomar conciencia de la vivencia que creó la herida
Para sanar las heridas emocionales del pasado basta con recordar cuál fue el momento en el que dichas heridas fueron creadas. Un trabajo tan sencillo aparentemente, por la liberación interna que supone soltar todos los miedos y falsas creencias asociadas a ellas en el altar de Cristo y dejarlas allí. Si las dejaste ya no tienes mas que preocuparte pues ahora será Dios quein se encargue de bregar con las personas que te hicieron doler y sanar tus emociones
Entender las conductas que se deben a la herida
¿Cómo sanar emocionalmente? Resulta fundamental ayudar a la persona a tomar conciencia de cómo el peligro externo ya no existe y que, en realidad, tu peor enemigo se encuentra dentro de ti mismo, la criatura que recibió las acciones negativas y dolorosas que reproduce repetidamente toda una serie de ideas falsas y, en consecuencia, mecanismos de defensa para protegerte de un peligro que ya no está.
Rechazar las conductas defensivas
Resulta importante indicar que dentro de cada persona existen dos partes: tu ser esencial y el auténtico, que posee un gran potencial pendiente de ofrecer al mundo, pero acallado y limitado por el miedo. La parte creada a partir del dolor vivido, que impide la expresión espontánea de la persona. Así pues, es importante rechazar el personaje creado, en tanto que eso no eres tú mismo/a, sino una defensa creada a partir del miedo que solo te perjudica pues “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” Fil. 4:13 deberá ser tu himno de batalla cada día, hasta que venciendo al niño asustadizo interno recuperes la confianza en ti mismo/a
Implementar conductas alternativas
Si quieres sanar las heridas emocionales de la infancia o de pareja, debes hacer todo lo contrario a lo indicado por la voz que proviene del ego enfermo y torcido, consiguiendo de este modo, reducir su fuerza.
Practicar la auto-aceptación-en Cristo
Una de las dinámicas para sanar heridas emocionales es abrir el corazón real y sinceramente para abrirse al mundo, con el nuevo ser “Ya no vivo yo mas Cristo vive en mi, y la vida que vivo hoy la vivo a rtaves de la fe del hijo de Dios que se dio por mi” Gal. 2:20. Esta es tu nueva realidad como cristiana/o. Confiar en El entregándole todo su bello potencial te levantaras como águila contra toda negatividad que te rodee.
Practicar el autocuidado
Uno de los ejercicios para sanar heridas emocionales consiste en encontrar el sentido de tu vida indagando en tus mayores intereses y motivaciones y realizar un plan de acción que te permita desarrollar algún pequeño proyecto relacionado con todo ello. De este modo, fortalecerás tus virtudes y tu alma se sentirá fuertemente recompensada. Tener una buena alimentación y practicar algún ejercicio moderado de manera regular te ayudará en tu autoestima.
Perdonar y pedir perdón
Perdonar y pedir perdón son acciones poderosas que pueden contribuir significativamente a la sanación emocional y a mejorar las relaciones interpersonales. El perdón, cuando es sincero desde el corazón, tiene un gran poder sanador, aunque el proceso no se realice de manera directa con la persona implicada. En este escrito, se explicamos cómo perdonarse a uno mismo.
Pedir ayuda y ayudar
Pedir ayuda y, a la vez, ofrecerse a ayudar a quien lo necesite permite ver la belleza que habita dentro de uno/a mismo/a. Da la confianza necesaria para abandonar el miedo y el juicio definitivamente. Esta práctica debe integrarse de manera natural para sanar las heridas emocionales, fortalecer el espíritu y evitar cualquier otra situación desagradable provoque nuevas heridas y lamentos.
Para realizar correctamente los pasos de la sanación emocional y conseguir sanar viejas heridas, es esencial contar con la orientación y acompañamiento de un/a profesional especializado/a.
Relaciones significativas: Son muy importantes en el proceso de transformación. Dios utiliza a otros creyentes y relaciones auténticas para ayudarnos a crecer y sanar. La comunidad cristiana se convierte en un contexto importante para el cambio interior.
La oración y la fe: La relación con Dios es esencial en el proceso de transformación. La oración y la fe son medios importantes para conectarse con Dios y buscar su dirección en la vida.
La lucha contra el pecado y el sufrimiento: Todos enfrentamos el pecado y el sufrimiento en nuestras vidas, y estas experiencias pueden desencadenar problemas emocionales. Sin embargo, Dios puede redimir incluso nuestras experiencias más dolorosas y utilizarlas para nuestro crecimiento espiritual.
Comunicación auténtica: La comunicación auténtica y significativa en las relaciones humanas es esencial. Las conversaciones superficiales y centradas en el ego a menudo no conducen a una verdadera conexión emocional y espiritual.
Escuchar con empatía: Es importante aprender a escuchar con empatía y comprensión en lugar de simplemente dar respuestas o soluciones. Escuchar atentamente puede llevar a una mayor intimidad en las relaciones y ayudar a las personas a sentirse realmente comprendidas.
Conexión con la fe: La comunicación auténtica es una expresión de la fe cristiana. Las conversaciones que reflejan la verdad bíblica y el amor de Dios son transformadoras y fortalecen la conexión espiritual entre las personas.
Restauración de relaciones:
Las conversaciones significativas contribuyen a la restauración de relaciones fracturadas. Dios desempeña un papel crucial en este proceso, ya que permite la reconciliación y la sanación de las relaciones dañadas.
[1] Dr. Marino explica en su Libro Mindfulnes como realizar Oraciones Guiadas mientras se hace Respiración Profunda para combatir la angustia y la ansiedad.